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Artículo publicado en la revista Labor Dental.

1- Del haluro de plata al bit

Es evidente que en la actualidad – junio del 2004 – la fotografía digital tiene un nivel de introducción en el campo de la documentación gráfica que ya se está equiparando al de la fotografía convencional.

Prácticamente todas las imágenes que se utilizan en la prensa diaria y en la prensa deportiva tienen origen digital. Las agencias de noticias proveen a sus fotógrafos de cámaras digitales de nivel profesional y, los fotógrafos que trabajan por libre deben adecuar también sus equipos a las necesidades de sus clientes. Los estudios fotográficos, verdaderas factorías de producción de imágenes para publicidad, catálogos, revistas de moda y otros fines, han estado experimentando desde hace ya años con los distintos medios de captación digital que la industria ponía a su disposición. Sin embargo, la tecnología digital– y todas sus especificaciones – cambia con una rapidez tal que los procesos de desarrollo e investigación de las empresas fabricantes son difícilmente amortizables, por lo que casi siempre los costes de adquisición del equipo son lo bastante altos como para que dichos equipos estuvieran, hasta ahora, fuera del alcance de quienes no tienen como principal actividad la fotografía. Incluso los fotógrafos que se dedican al reportaje social (bodas, bautizos y comuniones) veían poco factible realizar la inversión que requería una cámara digital de nivel profesional.

En la medicina dental, la aparente facilidad de uso de la fotografía digital y, sobre todo, su inmediatez, ha propiciado que muchos técnicos en prótesis dental y muchos odontólogos que no realizaban fotografías de su trabajo (o bien que habían tenido un desengaño al observar que las fotografías que llegaban del laboratorio de revelado no respondían a sus expectativas, y que dejaron de hacerlo) hayan empezado, o vuelto, a documentar sus procesos y tratamientos.

Hasta hace muy poco tiempo, dado los altos precios de las cámaras digitales de nivel profesional – réflex digitales de objetivo intercambiable – no había más remedio que utilizar cámaras digitales que no ofrecían la capacidad de control exigible para obtener resultados adecuados. Esta situación ha conducido a que se haya extendido una especie de conformismo en lo referente a las imágenes que hace que ya no se persigan las fotografías que uno necesita o quiere, sino que nos parezcan bien las que nos permitan conseguir las limitaciones de la cámara.

Por fortuna, esto ha empezado a cambiar con la llegada al mercado digital de cámaras que son similares, en prestaciones y control, a las que estábamos acostumbrados a utilizar con película y que, gracias a la agresiva política comercial de Canon, pueden adquirirse a un precio que es muy parecido – y en ocasiones inferior – al que hasta hace unos meses costaban las cámaras digitales avanzadas del segmento de consumo.

En estos momentos además, las características específicas de la tecnología digital nos ofrecen una calidad de imagen que, si bien aún no es equiparable a la de una buena diapositiva, sí es suficiente para la mayoría de usos a los que podamos destinar nuestras fotografías.

Así pues, con alguna salvedad – como el color – la fotografía digital es ya capaz de satisfacer nuestras aspiraciones de documentación gráfica dental.

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