Artículo escrito para la edición especial sobre imagen dental de la revista SOPRODEN (1999).
¿Fotografía dental? ¿Para qué?
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Nos guste o no, nuestra sociedad se mueve según unos parámetros de competitividad tales que, en la actualidad, no sólo es necesario ser un buen profesional sino que además hay que demostrarlo sin cesar. Por esta razón, en cualquier actividad, tan importante es ofrecer un buen producto o servicio como diseñar una promoción adecuada. Tal promoción puede plantearse dos metas distintas y no excluyentes: lograr más clientes, y aumentar o mantener un cierto prestigio. Todas las empresas, profesionales y artistas, utilizan con asiduidad los medios a su alcance para lograr estos objetivos, y, como corresponde a una cultura eminentemente visual, la imagen es parte imprescindible de estos medios.
Pero, ¿qué ocurre en el caso del trabajo realizado en el laboratorio de prótesis?. Es ésta una actividad que tiene mucho en común con disciplinas más cercanas al arte (manipulación) que a la industria, aunque como es lógico apoyándose siempre sobre ella (instrumental y materiales).
Como en otras de estas disciplinas artísticas, la creación de prótesis dentales es una labor en muchas ocasiones solitaria, que requiere una concentración extrema, una técnica sólida, y que, una vez concluida, desaparece del laboratorio (en la boca del paciente) sin dejar más rastro que el recuerdo de las horas empleadas en ella.
No puede dejar de reconocerse que la prótesis dental parece ser una mezcla de escultura (por el trabajo sobre las formas), pintura (por la utilización del color), joyería (por los materiales utilizados), y relojería (por la precisión con que debe ajustar).
Y, ¿qué hace el escultor cuando pretende convencer a unos nuevos patrocinadores de que su propuesta es la que mejor encaja con las necesidades de ese espacio vacío?.
Puede que les recomiende un paseo por la sala que, casualmente, está exponiendo una colección de sus obras más representativas. O, quizá les recomiende viajar a las plazas y jardines que exhiben las piezas mayores. Tal vez intente conseguir su propósito únicamente hablando. E incluso es posible que, en un despliegue de recursos, emplee todas estas tácticas al mismo tiempo.
Por otro lado, es muy poco probable que decida acarrear sobre sus hombros su última realización en mármol (2,15 x 0,65 x 0,86m).
Pero lo que sí es absolutamente seguro es que llevará bajo el brazo un "book" con fotografías en las que se aprecie la perfección de su estilo, la limpieza de su ejecución, y la integración de su obra en el entorno elegido.
Y el pintor se moverá siempre con las fotografías de sus cuadros, y pocas veces con los originales mismos a cuestas.
Y joyeros y relojeros (artesanos de piezas únicas y no de catálogo industrial) dispondrán de cajas de seguridad en las que tener a buen recaudo sus creaciones y utilizarán buenas (espléndidas) fotografías, que demuestren lo que han hecho y lo que son capaces de hacer.
Entonces, ¿porqué hoy en día pocos protésicos – y, dicho sea de paso, dentistas – se han dado cuenta del enorme potencial que tiene el uso de la imagen en su profesión?.
Pues hay que tener en cuenta que, aunque los modelos dentales no tienen ni las dimensiones ni el peso de un cuadro o una escultura, ni (quizá) el valor intrínseco de una joya excepcional, no por ello es menos cierto que son piezas únicas.
En el laboratorio de prótesis no se guardan los modelos terminados en la caja fuerte, porque los plazos de entrega son casi siempre "para ayer" y, si todo va bien, una vez entregada, la prótesis dental es tan inaccesible como si estuviera expuesta en un museo en Japón.
Así que, lo único que puede quedar como constancia de ese trabajo de precisión es: la fotografía, o la serie de fotografías que se hayan tomado durante el proceso de realización.
Y estas fotografías no sólo podrán utilizarse como reclamo para conseguir un nuevo cliente (clínica), sino que son susceptibles de ser usadas para muchos otros fines. Constituyen un excelente archivo en el que se puede seguir la evolución del trabajo de laboratorio, del protésico, de los materiales y técnicas, y de todo lo relacionado con este ámbito (sin ir más lejos, el presente número especial de SOPRODEN no existiría de no ser porque alguien consideró importante, en algún momento, registrar su trabajo). Esta actitud permite "hacer historia".
Prácticamente todos los profesionales acuden a congresos, muestras, jornadas de trabajo o presentaciones diversas. Y ¿cuál es el elemento de comunicación por excelencia en todos estos casos?. La imagen, por supuesto. En folletos, carteles, proyecciones de diapositivas en las ponencias, y en mil formas más. También en los cursos se utiliza la fotografía para permitir que muchas personas a la vez puedan seguir explicaciones que, de otro modo, deberían repetirse en grupos reducidos.
En el mercado editorial, existen diversas publicaciones periódicas que se han convertido en un vínculo de relación entre todos los componentes del sector, y que constituyen una tribuna especialmente indicada para dar a conocer las nuevas tendencias, nuevos materiales, tratamientos, casos, problemas y soluciones. Y de nuevo, el apoyo de la fotografía es fundamental.
¿Quiere todo esto decir que todos los laboratorios deberían fotografiar sistemáticamente todos los trabajos que se realicen en ellos?.
No, por descontado. En cada momento es posible decidir si vale la pena dedicar unos minutos a esta tarea, en función de la importancia o interés de la prótesis en la que se está trabajando.
Pero el protésico no debe considerar que la fotografía es un lastre para su actividad cotidiana (bastante tengo con llegar al plazo de entrega, como para que encima me ponga a hacer fotos), sino que debe percibir que, cada día más, se está convirtiendo en una herramienta que le abre nuevas y mayores posibilidades.
Recordemos que quienes en la actualidad ocupan los puestos punteros de la profesión, además de ser buenos en su campo, procuran por todos los medios que esta cualidad les sea reconocida.
Así pues, ¿fotografía dental? ¿para qué...? ¡Pues para eso!